El síndrome de la clase turista surge a partir de los estrechos espacios en los que tenemos que viajar en los aviones (mucho más ahora con la proliferación de las compañías low-cost), y que pueden suponer un reto para nuestro sistema cardiovascular y para nuestra salud en general. Aquí lo que podemos hacer para prevenir este incómodo síndrome.
¿En qué consiste el síndrome de la clase turista? Básicamente es la formación de trombos o coágulos en las venas profundas de las piernas debido a una mala circulación sanguínea. Estos trombos en el peor de los casos pueden llegar a fragmentarse y extenderse, llegando hasta las arterias pulmonares.
No todos estamos igual de expuestos a este síndrome: para la población “normal” (sin problemas graves de salud) la probabilidad de sufrirlo es baja. Las mujeres mayores de 40 años que utilizan métodos anticonceptivos, sufren obesidad, son fumadoras o están embarazadas tienen un riesgo medio. El riesgo más alto lo sufren aquellos con episodios previos de trombosis o antecedentes en su familia, los que sufren una enfermedad oncológica o los que se han sometido a una anestesia general de forma reciente.
Las recomendaciones más básicas para prevenir el síndrome de la clase turista pasan por utilizar ropa y calzado cómodo para el viaje y no tejidos ajustados, tener una buena hidratación antes, durante y después del trayecto, adoptar una buena postura durante el mismo y conseguir una buena temperatura. Además, no deberíamos beber alcohol ni cafeína antes ni durante el viaje, ya que favorece la deshidratación. Y tampoco debemos mantener las piernas cruzadas, puesto que dificulta la circulación en las extremidades inferiores.
Además de estas recomendaciones, hay algunos ejercicios que podemos realizar en nuestro asiento, sin molestar a nuestros vecinos de viaje, y que nos ayudarán a mantener una circulación normal, desentumecer las extremidades y evitar que los pies se inflamen de más:
•El ejercicio más obvio es salir a pasear por el pasillo del avión cuando sea posible (cuidado al esquivar carritos de comida y tripulación de cabina).
•Sentados en nuestro asiento, podemos colocar las piernas juntas y los pies de puntillas, aguantando esta posición por unos segundos.
•Realizaremos ejercicios de movilidad en la articulación del tobllo, moviéndolos de arriba a abajo, hacia los lados y dibujando círculos en ambos sentidos.
•Si se puede descalzar, brevemente realizaremos también ejercicios de movimiento de los dedos de los pies como si estuviera tocando un piano.
•Podemos colocar un objeto pequeño entre las rodillas, como una hoja de papel o una almohada y, sujetándolo entre ellas, elevar y bajar las piernas lentamente.
•Un pequeño masaje ascendente desde los tobillos hacia las rodillas también nos ayudará a estimular la circulación.
¡Aprovecha el viaje para hacer un poco de ejercicio y planear cómo serán esos días de vacaciones! ¡Feliz vuelo!
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